Relatoría del conversatorio sobre saberes de urgencia
Relatoría del conversatorio sobre saberes de urgencia
Esta relatoria ha sido escrita por Blanca Callén a raiz del conversatorio Saberes de urgencia
entre Salomé Rodríguez y Rafa SM Paniagua moderada por Blanca Callén en el marco del programa Ensamblajes

Arrancamos con un ritual, un “pagamento” en el que materializamos, simbolizamos y compartimos colectivamente los cuatro elementos fundamentales que nos conforman: agua, tierra, fuego, aire.
I. Y así llega la primera urgencia de la tarde: Necesitamos recuperar y prestar atención a lo simbólico, lo estético y lo gestual, pues las formas de poder y de representar el conocimiento están fuertemente vinculadas con lo visual y lo estético, configurando profundamente nuestras subjetividades. ¿De qué imaginarios y visiones se sirve la ciencia y el conocimiento, especialmente el hegemónico, el occidental, para representarse y ejercerse? ¿Qué otras estéticas e imaginarios colectivos necesitamos crear o recrear? Quizás el diálogo inter-epistémico, sugiere Salomé, nos ayude a generar nuevas metodologías de producción visual y estética que atiendan a las luchas y colectividades que no responden al academicismo ni a los círculos artísticos eurocéntricos, a las formas de conocimiento privilegiadas. Los símbolos, los rituales… especialmente los de vida y de muerte, para que nos acompañen en los duelos individuales y colectivos de la pandemia por Covid, aparecen entonces como algo urgente, pues “parte del atropello mental que sufrimos, tiene que ver con no poder imaginar señales, gestos”, recuerda Rafa.
II. La segunda urgencia apela a los vínculos, a la creación de comunidades de saberes, a los quehaceres comunes que propician el diálogo con “otros” (geográficos, epistémicos, temporales, experienciales, etc) y a los procesos de pensamiento colectivo que nos arrancan del individualismo y el aislamiento. Nos urge encontrarnos y conformar grupos, mingas, bandas, alianzas, a-juntamientos, grupúsculos, asociaciones, comunidades, sociedades… prestar atención a las formas de socialidad que se generan mediante la producción de conocimiento. Y viceversa: encontrarnos para crear conocimientos derivados de cruces plurales y “epistemodiversos”, transdisciplinares, híbridos, periféricos y desde abajo, que conecten Norte y Sur. Son indispensables aquellas comunidades donde “las oportunidades de crear, criar y creer se multipliquen”, recuerda Rafa, donde seamos capaces de identificar lo común que nos vincula y lo singular que nos distingue. Pero para ello necesitamos mantener y respetar la distancia adecuada y necesaria para la vida: aprender de la timidez botánica de los árboles cuyas copas nos cobijan.
III.Esto nos lleva a la tercera urgencia: la constatación y necesidad de reconocer y atender a las inter- y eco-dependencias que nos conectan y vinculan, irremediablemente, a unas con otras, humanas y no humanas, “vivas” e “inertes”. Lo contrario, la desconexión o la ignorancia de los vínculos entre las diferentes vidas y existencias es lo que nos ha llevado a esta situación de insostenibilidad, desequilibrio, daño y malestar colectivos. “Los virus y los seres que habitan el planeta no son enemigos, son los hermanos mayores”, recuerdan los Koguis a través de Salomé. Y como hermanos que somos, necesitamos aprender a convivir, evitando la dominación mutua o la ignorancia de las interconexiones que nos vinculan en espacios, tiempos y escalas diversos pero que confluyen y se co-constituyen entre sí. La pandemia nos ha dejado bien clarito que “necesitamos crear una nueva relación con el tiempo”, dice Rafa, y que nuestra auto-curación como humanos no está por encima de la curación del planeta y el resto de existencias que la habitan. “La sangre de nuestra madre crea conexiones que nos llevan a cada uno de nosotros a la Primera Madre. Por lo tanto, en cierto sentido, todos compartimos la misma sangre”. Todas somos tierra y volveremos a la tierra. “Somos la naturaleza defendiéndose a sí misma”, claman Extinction Rebellion.
IV. Entonces, si toda existencia está íntimamente vinculada entre sí, aparece la siguiente urgencia: huir de las purezas y diluir las dicotomías epistémicas que una vez heredamos de la modernidad occidental pero que aún hoy arrastramos. “El hermano menor, Occidente, siempre hace separaciones”, recuerda Salomé. Así, frente a las dualidades enfrentadas y jerarquizadas entre naturaleza y cultura, rural y urbano, teoría y práctica, razón y emoción, saber y hacer, o vida y muerte, necesitamos urgentemente hibridar y mezclar lo que, en realidad, nunca existió de forma separada. No hay posiciones puras. Por eso, necesitamos crear sentido a través de lo(s) sentido(s), “sentipensar” y puentear razón e imaginación, para ser capaces de generar un conocimiento post-racional y trans-disciplinar que no niegue lo racional, pero que vaya más allá: incorporando otras experiencias, cuerpos, prácticas y saberes diversos, periféricos y “plebeyos”, como apunta Rafa, (de cualquiera, de las propias afectadas, de niñes, de las excluidas y olvidadas epistémicas…) que amplíen, democraticen, aireen y fortalezcan el conocimiento hegemónico que permanecía encerrado en su propia legitimidad y auto-complacencia de experto. Aunque sigamos necesitando distinguir, especialmente en época de post-verdad, entre conocimientos y opiniones, experiencias y mentiras.
V. Y que el saber se sume al hacer, reclama alguien desde el público. Que los saberes se tejan en el hacer y, a su vez, nos dispongan para la acción: para la vida (en la muerte) y la muerte (en la vida). Pues ambas, vida y muerte, son una misma aventura, un mismo viaje común de re-creación y re-nacimiento continuos en el que transitamos de una forma de existencia a otra. La vida viene y se va para después regresar otra vez. A estos viajes, “no hay que temerles”, nos recuerdan los Pueblos Indígeneas del gran Norte. Por eso, “incluso cuando debamos sucumbir a algo como el Covid-19, no es el final. Y recordarlo, también puede ser curativo”.
VI. “Nada está perdido”.
VII. Llegamos, entonces, a nuestro último saber de urgencia: “quizás tengamos que aprender de nuevo a morir, a despedirnos. Y si acaso, a través de esa experiencia, realizarnos la pregunta en el sentido que importa: ¿Habrá vida antes de la muerte?”.
Esta relatoría de la sesión “Saberes de urgencia”, que tuvo lugar el 10 de noviembre del 2021 en Medialab-Matadero, bebe de las intervenciones de Salomé Rodríguez y Rafa SM Paniagua y de la conversación colectiva posterior con el público asistente.