Relatoría del conversatorio sobre saberes en la interdependencia entre campo y ciudad
Relatoría del conversatorio sobre saberes en la interdependencia entre campo y ciudad

Este artículo ha sido escrito por María Montesino a raiz del conversatorio Saberes en la interdependencia entre campo y ciudad
entre Asunción Molinos Gordo y Amelie Aranguren moderada por María Montesion en el marco del programa Ensamblajes
Lo científico: se hace referencia a la Semana de la Ciencia donde se enmarcan estas jornadas, planteando cuestiones relacionadas con el conocimiento científico. Todas las personas nos hacemos preguntas, no solo los expertos. Todas planteamos hipótesis (seamos más o menos conscientes de ello), utilizamos metodologías (más o menos elaboradas) y sacamos conclusiones ante los resultados de cualquier proceso. Ensamblar conocimientos también implica entender que hay muchas formas de acercarse a eso que llamamos realidad.
Pensar con las manos: el conocimiento campesino también conecta saberes y haceres, teoría y práctica como una especie de “pensar con las manos” que pusiera en primer plano, no solo lo teórico, sino también su aplicación práctica en un tiempo y espacio concretos, pero a su vez desde una perspectiva interdisciplinar. Hay muchos ejemplos de saberes múltiples campesinos que se aplican en la vida cotidiana y que generan marcos de pensamiento y de acción muy adaptables a realidades cambiantes, conflictos y actores diversos.
Indisciplinas para ensamblar mejor: pensar lo indisciplinado como ejercicio de salirse de la disciplina propia (de sus marcos de referencia, lenguajes, perspectivas) para ponerse en otro lugar transdisciplinar. Pensar la indisciplina también como propuesta crítica antipoder, como conexión posible con lo invisibilizado, marginado, excluido, olvidado o simplemente fuera de los circuitos de legitimación social del conocimiento y sus centros de producción oficiales.
Ruralidades: partir de una perspectiva que no reduzca las ruralidades al singular o al “mundo rural” como si se tratase de una foto fija del pasado. Reflexionar sobre la construcción de imaginarios y relatos que reducen lo rural a lo agrario, salir del pensamiento dicotómico moderno que opone campo-ciudad, rural-urbano y el mundo campesino como espacio para “culturizar” desde una visión urbanocéntrica. Una de las claves puede ser (re)pensar las ciudades a partir de una perspectiva de nuevas ruralidades, donde se puedan inventar, imaginar y redefinir espacios y relaciones. ¿Cómo canalizar la potencia de las ruralidades, del campo, ante la actual crisis ecosocial?
Las relaciones de poder: se sigue alimentando el abismo rural-urbano, donde no es posible ensamblar conocimientos si se parte de una desigualdad en la propia concepción de la producción de saberes. Es necesario reconocer el pensamiento campesino a partir de un proceso de restitución de dignidades que lo legitime con la importancia que merece, porque se sigue partiendo de un segundo plano, de una posición en desventaja. El arte puede facilitar este proceso, visibilizarlo y acompañarlo.
Las voces campesinas: este conocimiento campesino genera actividad intelectual, la apuesta firme es reconocer que un queso (por ejemplo) es un producto intelectual, además de ecológico y político. Cambiar los propios espacios de encuentro y debate es importante si realmente queremos integrar diferentes miradas, escuchar voces campesinos en las mesas de toma de decisiones que afectan directamente al campo, no delegar en los “expertos” o portavoces, sino (re)pensar los formatos para que acudan y puedan aportar su conocimiento y experiencia en primera persona.
Capitalismo: lo urbano y lo rural son dos caras de la misma moneda, un sistema capitalista extractivista que reproduce lo rural como polígono industrial de producción intensiva al servicio de lo urbano como gran centro comercial con relaciones basadas en el consumismo. Se siguen construyendo mediáticamente relatos de un campo vacío de vida como si nadie lo habitara y fuera necesario repoblarlo a cualquier precio. Esta dinámica sucede con el medio rural y forma parte de la justificación de llevar a cabo macroproyectos extractivistas (megaparques eólicos, macrogranjas, turistificación, gentrificación rural).
Mediación cultural: es necesario realizar un ejercicio de traducción para conectar saberes y haceres, una mediación que integre los conflictos derivados de estos ensamblajes de saberes y de sus representaciones y prácticas sociales. Mantener relatos y visiones románticas, bucólicas o paternalistas del medio rural solo contribuye a apartarlo de la realidad política, social, cultural, ecológica y económica actual.
Ensamblajes con imaginación: las perspectivas que parten de las ruralidades pueden crear contextos de reflexión donde reinventar las soberanías (alimentaria, energética, del tiempo, de la alegría). Hay ciertas urgencias que pasan por fomentar la escucha activa de los habitantes de un territorio para generar un diálogo de saberes campo-ciudad que imagine, invente y apueste por redefinir los lenguajes, los espacios y las maneras de estar en el mundo. ¿Por qué no tejer y ensamblar esos saberes campo-ciudad donde todo se impregne de espacios híbridos, donde no haya una frontera sino muchas constelaciones?